Este libro está dirigido a todos aquellos que aún no comprenden el dolor y la injusticia que se vive dentro de las paredes de una prisión. A ti, que, como miembro de la sociedad, quizás todavía albergas prejuicios hacia los presos y no entiendes que, detrás de cada recluso, hay una persona con historia, sueños y sufrimiento. Este libro busca que dejes de verlos como números, sombras o el “otro”. Te invita a mirarlos al espejo de sus ojos y reconocer su humanidad. Es un llamado a la compasión, a entender que, aunque sus caminos los hayan llevado a la prisión, todos somos humanos, y todos merecemos una oportunidad de ser mejores.
A los presos y sus familias, este libro está escrito para ustedes. Sabemos que cada experiencia en la cárcel es un sufrimiento solitario, a menudo incomprendido. Quiero que encuentren en estas páginas una voz que les hable desde el reconocimiento de su dolor. Aquí no están solos. Sus experiencias no son únicas; en ellas se reflejan los rostros de muchos que, como ustedes, han sido sometidos a un sistema que no busca la rehabilitación, sino infligir dolor. Pero, más allá de las palabras, este libro es también un susurro de esperanza. Un recordatorio de que, incluso en el fondo de la desesperación, siempre existe la posibilidad de paz, de cambio, de redención.
Este libro es también una semilla, una chispa de cambio que espera germinar en los estudiantes de ciencias sociales y humanistas. Ellos son los futuros creadores de la sociedad del mañana. Mi esperanza es que encuentren en estas páginas el enfoque necesario para una sociedad mejor, que valore la dignidad humana y busque soluciones en lugar de castigos. Que se formen como pensadores comprometidos con una justicia real, que no se quede en la mera condena, sino que busque la reinserción, el entendimiento y la rehabilitación de aquellos que han sido marginados. Que se enfoquen en eliminar las causas que originan los delitos y la delincuencia. En ustedes deposito mi esperanza.
Finalmente, este libro es para aquellos que tienen el poder de cambiar el sistema: políticos, jueces, fiscales, defensores oficiales, fuerzas policiales y penitenciarias. A ustedes les hago una súplica: dejen de tratar a los presos y sus familias como ganado. Son personas. No se olviden de eso. Su dolor es tan real como el de cualquier otro ciudadano, y su sufrimiento no debe ser ignorado ni reducido a un número.
El sistema de justicia, tal como lo conocemos, está roto. Este libro denuncia lo que la justicia calla y grita lo que no se quiere oír: el castigo no es la solución, la rehabilitación es el camino. Es urgente que la sociedad entienda que la cárcel no puede ser el fin de todo. Es solo el principio de un cambio imprescindible, uno que nos conduzca hacia un sistema más humano, que busque la rehabilitación, no la venganza.
Este libro es mi aporte a ese cambio. Ahora, te invito a que hagas el tuyo. Mi deseo más profundo es que cada página te inspire a actuar, a ser parte de la transformación que tanto necesitamos. La lucha por una sociedad más justa y compasiva comienza con cada uno de ustedes.
El futuro está en tus manos.
El autor
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