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### **El Velo de las Sombras y la Luz Perdida**
En el reino de los sueños, Felicitas se encontró vagando por un bosque que parecía suspendido entre el crepúsculo y la aurora. Los árboles, altos y silentes, se alzaban como centinelas de un pasado olvidado, y un tenue manto de niebla cubría el suelo, como un velo que distorsionaba la realidad.
Felicitas avanzaba con pasos ligeros, pero su espíritu estaba inquieto, como si presintiera que algo crucial se ocultaba en ese lugar de sombras y luz. A medida que caminaba, las hojas caídas murmuraban palabras que se desvanecían antes de ser comprendidas, y el aire parecía vibrar con ecos de antiguas promesas.
De repente, ante ella se abrió un sendero de luz. Una suave corriente de energía dorada se colaba entre la maleza, guiándola hacia un claro. Allí, en el centro del espacio, flotaba un objeto etéreo: una pequeña esfera luminosa que parecía pulsar con un latido propio. Al acercarse, Felicitas vio reflejada en la esfera la imagen de Pupín, pero su rostro estaba dividido en dos mitades. Una mitad irradiaba calidez y esperanza, mientras la otra se desvanecía en oscuridad, con sombras que amenazaban con consumirlo.
El murmullo de la esfera se transformó en una voz apenas audible, que parecía provenir de lo más profundo del bosque:
—La luz se equilibra con la sombra, y en ese reflejo se esconde la llave para salvar a quienes amas.
—No temas el abismo que separa lo claro de lo oscuro, pues en tu sacrificio nace la fuerza que los unirá de nuevo.
Felicitas sintió un estremecimiento recorrer su pequeño cuerpo. La visión le habló de un ritual que aún debía realizarse, de un acto que requeriría la pureza de su esencia para sellar el destino de Pupín y disipar la influencia oscura que amenazaba su alma. El sueño se volvió onírico y fragmentado: en un instante, la esfera se partió en innumerables destellos que se esparcían por el cielo, formando un puente de luz suspendido entre la noche y el alba. Cada chispa parecía llevar consigo un mensaje que solo el corazón de Felicitas podía descifrar.
Mientras el puente se alzaba en el firmamento, Felicitas se encontró a sí misma frente a un espejo cristalino, en el que no veía su reflejo, sino la imagen de una antigua runa grabada con símbolos arcanos. La runa emitía una luz tenue y, en su fulgor, se distinguía una palabra incompleta, una promesa: “…redención”.
El ambiente se impregnó de una calma inquieta y, de repente, una voz suave y grave resonó en la penumbra del sueño:
—Recuerda, pequeña guardiana, que el sacrificio no es el fin, sino el inicio de un camino en el que la fe y la luz transformarán toda sombra.
La imagen se desvaneció lentamente, dejando en Felicitas la sensación de una urgencia vital: ella debía actuar, de alguna forma, para que el ritual prometido pudiera completarse y para que la oscuridad que amenazaba a Pupín y a todos sus seres queridos fuera finalmente vencida.
Con el eco de aquella enigmática promesa aún vibrando en su interior, Felicitas sintió que, al despertar, su destino y el de sus amigos se entrelazarían en un desafío mayor. La visión se disipó como el rocío al alba, dejando tras de sí una huella indeleble, una certeza silenciosa de que el sacrificio y la luz eran la clave para restaurar el equilibrio perdido.
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Este sueño onírico, lleno de símbolos y voces antiguas, se erige como una advertencia y una guía para los tiempos venideros. Aunque su significado exacto se oculta en la bruma del misterio, Felicitas, en su inocencia y valentía, ha recibido la chispa que encenderá el camino hacia la redención de Pupín y la purificación de la oscuridad.
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