Pupín despertó esa mañana con una mirada seria y llena de urgencia. Sus ojos, aún marcados por la oscura sombra que había amenazado su alma, se posaron en Inés mientras la casa amanecía en un silencio inquieto. Con voz débil pero determinada, le dijo:
—Inés, escucha… Debes ir a buscar a mi maestro, Barbagán. Él es quien me enseñó los rudimentos de la magia. Sólo él puede ayudarnos a limpiar esta oscuridad que me consume.
Inés, con el corazón palpitante, asintió. Sabía que el estado de Pupín era crítico y que cada instante contaba. Con cuidado, se preparó para emprender el viaje. Aunque Felicitas aún dormía, sus pequeños movimientos inquietos le recordaban que la perrita tenía malos sueños y que el destino parecía envolverlos en un manto de incertidumbre.
La ruta conducía al otro lado del denso bosque, a una colina olvidada en la que se erguía una antigua casa. Allí, se decía, habitaba Barbagán, un mago de mirada profunda y sabiduría ancestral, cuyas enseñanzas habían forjado a Pupín en su juventud.
El viaje fue largo y solitario. Inés caminó entre senderos de hojas secas y árboles retorcidos, sintiendo en cada paso el peso de la responsabilidad y el miedo de enfrentarse a lo desconocido. Al fin, llegó ante la modesta morada, cuyos muros estaban cubiertos por la hiedra del tiempo.
Sin embargo, la casa estaba desierta. No se oía ni el eco de una voz, ni el murmullo de la magia en el aire. En una mesa polvorienta, sin embargo, descansaba una nota cuidadosamente doblada. Con manos temblorosas, Inés la desdobló y leyó:
**"Querida Inés,
Sé lo que ha acontecido con mi querido Pupín. La oscuridad ha intentado apoderarse de su alma, pero aún hay esperanza.
Ve a las ruinas de la casa de mi querido Pupín. Allí, entre las cenizas y los escombros, encontrarás un libro quemado. En él se oculta el hechizo para limpiar el alma de Pupín de la oscuridad.
Realiza el hechizo con fe, con la Fuerza del Universo y la luz que te guía.
Con cariño,
Barbagán"**
El mensaje resonó en el silencio de la vieja morada. Inés sintió una mezcla de alivio y temor. Barbagán, a pesar de su ausencia, parecía haber previsto todo. Sin perder tiempo, tomó la nota y emprendió la marcha hacia las ruinas, guiada por la esperanza de rescatar a su amigo.
Las ruinas de la casa de Pupín se alzaban como un eco del pasado, marcadas por el fuego y la desolación. Inés se internó entre los escombros, buscando entre tablas rotas y muros chamuscados. Finalmente, bajo unas tablas medio derrumbadas, encontró algo inusual: un libro quemado, casi reducido a cenizas, pero en él, una sola página se conservaba en estado legible.
Con sumo cuidado, la extrajo y la sostuvo entre sus dedos. La página, a pesar de las marcas del fuego, contenía un hechizo escrito con una caligrafía delicada y misteriosa. Inés la leyó en silencio, sintiendo cómo cada palabra impregnaba su ser con una fuerza casi tangible. No estaba segura de su significado en totalidad, pero comprendía que era la llave para purificar a Pupín de la oscura influencia.
Guardando la única página contra su pecho, emprendió el regreso a la cabaña. El destino aún pendía de un hilo, y el eco de las palabras de Barbagán le recordaba que la fe, la Fuerza del Universo y la luz interior eran esenciales para enfrentar lo que estaba por venir.
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Esta nueva etapa del desafío revela un poderoso ritual que, si se lleva a cabo con fe y amor, podrá liberar a Pupín de la oscuridad que lo acecha. La nota de Barbagán y la única página encontrada se convierten en la llave para un futuro incierto, donde la luz y la magia se enfrentarán a las sombras, mientras Inés se prepara para lo que aún está por venir.
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