El Origen del Olvido: La Historia de Soled

### **El Origen del Olvido: La Historia de Soled**

En los recodos más oscuros del tiempo y del bosque, se oculta la trágica historia de un mal sin rostro, un ente que se alimenta del miedo y la discordia. Este ser, ahora una sombra que se desliza entre la penumbra, no siempre fue un espectro desprovisto de humanidad. Hace siglos, fue una mujer llamada Soled, cuyo nombre en su época evocaba la soledad y la melancolía, aunque en su esencia había sido una fuente de calidez y esperanza.

Soled fue en otro tiempo una mujer de mirada intensa y corazón generoso, que amaba con toda su alma y soñaba con un mundo lleno de luz y armonía. Pero el destino, cruel y despiadado, le arrebató lo más preciado: la pérdida de sus seres queridos y la traición de aquellos en quienes había confiado. La felicidad de los demás se convirtió en un espejo doloroso de su propio vacío, y la envidia se enraizó en su interior, alimentada por el resentimiento de ver la dicha ajena cuando la suya se había extinguido.

En su desesperación, Soled se sumergió en la búsqueda de respuestas prohibidas, hurgando en antiguos grimorios y en misterios oscuros que prometían consuelo a cambio de un precio impagable. Poco a poco, la luz en sus ojos se fue apagando, y su alma se endureció. Cada ritual que practicaba, cada conjuro maldito que pronunciaba, la alejaba un poco más de la humanidad que una vez la caracterizó, hasta que finalmente se consumió en un torbellino de desesperación y furia.

Una noche sin luna, en el umbral de la perdición, Soled se entregó al ritual final. Bajo un cielo desprovisto de estrellas, con el eco de antiguas lamentaciones resonando en su mente, invocó la magia oscura que sellaría su destino. En un instante febril de fuego y sombras, su figura se disolvió en un torrente de oscuridad, transformándose en el mal sin rostro que ahora se cierne sobre los corazones de aquellos que se atreven a soñar.

Los vestigios de su existencia humana aún se perciben en el murmullo del viento y en el susurro de las hojas al caer. La misma brisa que acaricia el bosque puede cargar consigo un tenue eco de su risa o un último grito de dolor. Pero la Soled que una vez fue, llena de compasión y amor, se extinguió, dejando tras de sí un ser que se deleita en la envidia y el despecho. Este ente, nacido del sufrimiento y la traición, se alimenta de la tristeza y crece en la desolación, encontrando en la felicidad de otros la antítesis de su propia condena.

Hoy, el mal sin rostro, cuyo origen se remonta a la caída de Soled, vaga entre las sombras, acechando en la penumbra y buscando encerrar a los corazones en una prisión de miedo y discordia. Su presencia es un recordatorio persistente de que incluso la luz más radiante puede ser eclipsada por la amargura y la envidia. Mientras Inés, Pupín y Felicitas luchan por mantener la esperanza y la fe, el legado de Soled se cierne sobre ellos, aguardando el momento oportuno para sembrar la discordia y robar la alegría de aquellos que se atreven a vivir en la luz.

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