Sobre la pobreza

Casi todos los días estoy sentado sobre la vereda, siempre luciendo mi ropa andrajosa y deshecha que apenas cubre mis partes íntimas.
La gente pasa y me mira con desprecio. No entiendo porque lo hacen… si después de todo, no somos tan diferentes. Algunos reniegan por mi cabello sucio, algo pastoso, hogar de una gran familia de pequeñas criaturas que muerden mis cueros frenéticamente.
Mis pies descalzos lentamente se tornaron negros al caminar por las calles arrastrando mi pesada decepción. Mis manos tienen la piel quebradiza por rascar la tierra, siempre buscando que comer en los basurales. Aunque agotadas, siguen empujando mi carro repleto de cartones.
Es fácil atacarme, burlarse de mí, no puedo defenderme; apenas puedo levantar mi cuerpo alcohólico cada día.

De un anciano a su niñez



Mis ojos grandes miran al cielo.
Buscan al menos, una sola estrella,
buscan a través de las distancia y los años
Quieren hacer verdad las mentiras de la infancia,
quieren hacer mentira las verdades de la vida.