Inés,
Es difícil escribir cuando la magia de las palabras se queda pequeña ante lo que siento. He intentado convocar estrellas en el papel, pero ninguna brilla tanto como tú cuando sonríes.
A veces me pregunto si la magia me encontró porque sabía que algún día te conocería. Porque contigo, cada encantamiento es más hermoso, cada hechizo más sincero, y hasta el silencio se llena de promesas invisibles.
Eres el resplandor que ilumina los senderos oscuros del bosque, la voz que me llama cuando me pierdo entre los conjuros. Felicitas lo sabe. Me mira con esos ojitos traviesos cuando pronuncio tu nombre en voz baja, como si entendiera que en cada sílaba hay un secreto que solo tú podrías descifrar.
Si pudiera conjurar un momento eterno, sería uno contigo, bajo los árboles, con el murmullo del viento y el aleteo de mis mariposas mágicas revoloteando a nuestro alrededor. Pero mi magia tiene límites, y hay cosas que ni el más poderoso de los hechiceros puede cambiar: como el latido de mi corazón cuando estás cerca, la ternura de tus manos sobre Felicitas o la certeza de que, pase lo que pase, siempre querré estar a tu lado.
Te espero en el claro donde la luna toca la tierra. Siempre te esperaré.
**Pupín**
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