Silencio en la Celda

En la celda oscura,  
el tiempo no avanza.  
Se quiebran los días,  
marchita la esperanza.  

Soy un ave sin alas,  
atrapada en el abismo.  
Mi crimen:  
vivir en tierra de egoísmo.  

Las paredes murmuran,  
son jueces implacables.  
El eco de mis lágrimas,  
cadenas insondables.  

Grito mi verdad,  
nadie escucha.  
La justicia, un negocio;  
su balanza se compra.  

Mis manos, limpias,  
cargan peso ajeno.  
Mis noches, largas,  
mi corazón, pequeño.  

Un rayo de sol  
se filtra por la reja,  
pero no calienta;  
su luz se aleja.  

¿La bondad donde está?  
Aquí todo es frío,  
es hierro, es soledad.  

Mis sueños, quebrados;  
mis versos, perdidos.  
¿Es este mi destino?  
Que otros decidan  
y yo… ¿y yo muera?  

Grito mi verdad;  
cae al vacío.  
Mi voz se pierde  
en un mar sombrío.  

Mientras tanto,  
respiro, aunque cueste,  
y en mi pecho,  
el fuego adormece.  

Quizá un día el viento  
lleve mi voz,  
y la cárcel rendida  
derrumbe estas rejas.  

Hasta entonces,  
sufro, con el alma herida.  
Soy el preso inocente,  
a quien le robaron la vida.  

Jorge Kagiagian

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