Lo que callas



**Lo que callas**

¿Qué palabra guardas bajo el latido de tu pecho,  
que no se atreve a rozar la punta de tus labios?  
¿Qué sombra se enredó en tus venas,  
de aquellas que no se cuentan,  
que no se enseñan,  
y aún así persisten,  
como un perfume a muerte en el aire?  

Tus ojos no mienten,  
pero sus ecos resuenan en otros mundos,  
en lenguajes que no entiendo.  
Hay un surco en tu mirada  
donde las horas se agotan  
y las estrellas se pierden,  
como si llevaras un océano entre los dientes,  
un silencio tan profundo  
que ni el viento osa atravesarlo.  

Yo quiero ver lo que callas,  
tocar el vacío que esconde tu alma,  
como quien acaricia un espacio entre las notas,  
el latido de un acorde  
que solo el corazón puede escuchar.  
Quiero saber qué espina clavaste en tu piel  
y de qué sollozo guardas las cicatrices.  
¿Qué sombra se enreda en tu ser  
y te hace vivir en un eco,  
un reflejo roto de ti misma?  

Tus palabras nunca son solo palabras,  
son fragmentos de niebla que se disuelven en la brisa,  
y yo, aquí, intentando recomponerlas,  
como quien recoge las huellas de un sueño  
que se escapa entre los dedos.  
Quiero entender lo que callas  
porque en ese silencio,  
sé que se esconde la verdad  
que ni el tiempo, ni la distancia,  
ni el olvido lograrán borrar.  

¿Es acaso que lo que callas es el dolor  
que ya no sabe llorar,  
el dolor que se convierte en fuego  
y quema las palabras antes de salir?  
Quizá lo que callas sea el reflejo  
de lo que no pudiste ser,  
o lo que fuiste y ya no eres.  
Y en ese no decir,  
se esconde lo más cercano a ti,  
lo que no puedo robarte,  
lo que me das solo cuando callas.  

Quizá lo que callas no necesita ser dicho,  
quizá el amor reside solo en los gestos  
que no se explican,  
en la caricia que no se ofrece,  
en el alma que se encuentra en el espacio  
entre lo que se dice  
y lo que nunca se pronuncia.  

Y si lo que callas es un dolor tan grande  
que no tiene voz,  
quiero decirte que puedo soportar el mío,  
pero no sabría soportar el tuyo.  
No sé cómo cargar con el peso  
de todo lo que callas,  
porque ese dolor,  
el tuyo,  
se volvería un océano  
que me arrastraría a perderme con él.  



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