**La respuesta**
Cuando recibió la carta, se quedó mirándola por un largo momento. El papel arrugado, las palabras escritas con esa urgencia, como si estuviera dejando caer parte de su alma en cada letra. Tomó aire, tratando de calmar la tormenta que se había desatado dentro de ella. A lo lejos, las voces del mundo exterior se desvanecieron, como si el tiempo mismo se hubiera detenido, solo para dejar espacio a lo que tenía que decir.
Se sentó en la mesa, sus dedos recorriendo el borde del papel con suavidad, como si cada pliegue, cada mancha de tinta, tuviera algo que decirle. Sus pensamientos se entrelazaban con los suyos, y en ese silencio, sintió el peso de su amor. Sabía lo que esas palabras significaban. Sabía lo que él había puesto en ellas, más allá de lo que había escrito. Y sabía que, al igual que él, ella también había guardado su dolor en lo más profundo, sellado con un candado invisible. Pero ahora, en ese instante, no había espacio para el miedo, ni para el dolor.
Tomó el bolígrafo, con las manos temblorosas pero firmes. Como si al escribir, pudiera enviarle una parte de sí misma. Una parte que había permanecido intacta, esperando ser liberada. Con cada palabra, sintió que se acercaba a él, como si estuviera cruzando la distancia que los separaba, derribando las barreras que ambos habían levantado.
*"Mi amor,
No hay palabras suficientes para describir lo que siento por ti. Nunca las hubo. Pero aún así, aquí estoy, escribiendo. Quizá porque las palabras son lo único que me queda, aunque sé que nunca podrán abarcar todo lo que hay en mi corazón. No sé si alguna vez te contaré lo que realmente sucedió en mi vida, lo que guardo bajo la superficie, lo que me ha marcado. Pero lo que sí sé es que, aunque no hable de eso, lo sientes. Lo sabes. Y tú, a través de tu dolor, también has encontrado un camino hacia mí.
Hay algo mágico en el amor, ¿sabes? Algo que nos conecta más allá de los muros, más allá de lo que vemos, más allá de lo que podemos tocar. Tú me has mostrado esa magia, esa fuerza invisible que nos une, que nos sostiene. No importa la distancia, ni el tiempo. Mi amor por ti no conoce barreras, no se detiene.
A veces, cuando cierro los ojos, siento que estás cerca, que podemos ser uno a pesar de todo. Y en esos momentos, el peso del mundo parece desvanecerse, como si nada fuera más importante que este amor que tenemos.
Te prometo que siempre estaré contigo. Que cada vez que pienses en mí, yo estaré ahí. Y cuando me necesites, siempre sabrás dónde encontrarme, porque aunque no podamos tocarnos ahora, nuestras almas siempre estarán entrelazadas.
Quizá nunca me hables de tu dolor, y yo nunca te contaré el mío. Pero eso no importa. Lo que importa es que lo sabemos. Tú sabes lo que yo llevo dentro, y yo sé lo que tú guardas. Y en esa comprensión silenciosa, encontramos consuelo.
Te amo. Te amo más de lo que las palabras pueden decir. Y aunque no siempre sea fácil, sé que todo esto tiene un propósito. Porque, al final, nuestro amor es más grande que cualquier dolor, que cualquier distancia.
Siempre tuya"*
Ella dejó caer el bolígrafo, mirando la carta con los ojos llenos de lágrimas, pero estas no eran de tristeza. Eran lágrimas de amor, de una conexión profunda que no necesitaba palabras para ser entendida. Sabía que, al igual que él, ella también había guardado su dolor. Pero juntos, en ese silencio compartido, encontraron la paz. Ella sabía lo que él ocultaba, y él sabía lo que ella guardaba. Y eso, al final, era todo lo que necesitaban.
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