**Poema para mi hija que aún no ha nacido**
Mi pequeña, aún no has visto el día,
pero ya te siento en mi alma,
como un suspiro en la oscuridad,
como un latido que me da fuerzas,
aunque me arrodille en este frío encierro.
No podré estar allí cuando llegues,
el día que por fin abras los ojos
y el mundo te reciba con su luz.
Pero te siento, te sueño,
y mi corazón late por ti,
aunque este prisionero del silencio y la mentira.
Mi hija, tú aún no sabes lo que es el amor
y yo no sé cómo contarte cuánto te amo,
pero lo intento en cada suspiro,
en cada pensamiento que escapa hacia ti.
Imagino tu rostro, tu sonrisa,
y me duele no poder tocarte,
no poder verte crecer,
no poder estar allí cuando necesites a tu padre.
La gente que me rodea
no sabe lo que es esperar sin fin,
no saben lo que es amarte
desde un lugar tan lejano,
tan lleno de sombras y grilletes.
Ellos no saben que aunque me arrodille ante ellos,
mi alma es libre en ti.
Cada noche, cuando cierro los ojos,
te imagino en mis sueños,
pequeña, indefensa,
y yo, desde aquí,
te prometo que te esperaré,
aunque el tiempo se alargue
como el viento que nunca llega.
Mi hija, si alguna vez no estoy allí para verte,
quiero que sepas que en cada segundo
te he amado con todo lo que soy.
Mi cuerpo está aquí,
pero mi corazón, mi alma,
están contigo,
en cada momento que te acercas al mundo
y yo no puedo verte nacer.
Pero espera, pequeña,
si no es hoy ni mañana,
será algún día,
y ese día, cuando pueda abrazarte,
el amor que ahora te guardo
será más grande que cualquier prisión
y el sol será nuestra única cadena.
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