Noli Dare Spem, Domine

Oh Señor altísimo,
si a Ti llega el gemido silente de esta ánima quebrantada,
súplica es la mía: no me otorguéis esperanza.
No adornéis mi pecho con lumbres que fenecen al canto del gallo,
ni sembréis en mis días promesas de rocío que el sol marchita.
No vistáis mi lóbrega noche con paños de aurora fingida,

ni musitéis en mi oído palabras del porvenir incierto.

Porque cada vez que la esperanza germina en mis entrañas,
el dolor rebrota con raíces más hondas,
y el abismo, que ya es morada mía,
se ensancha cuando asciendo peldaños hacia cielos que no existen.

Dejadme, pues,
ciego del mañana y desnudo de consuelos,
que harto he aprendido,
con lágrimas por tinta y soledad por pergamino,
que la esperanza no redime,
no alivia,
no salva...

Alarga la agonía,
disuelve en sombra los cimientos del juicio,
es un fuego lento que no purifica,
un designio sutil que encadena con promesas.

Promesas solemnes, santos consuelos,
dádiva sagrada que siempre florece...
mas su rostro, aunque amigo,
luce ojos vacíos que nada miran, nada contienen.

Tu esperanza, oh Señor mío, no es otra cosa que un castigo más.

Jorge Kagiagian


titulo: No me des esperanza, Señor

No hay comentarios.: