Dios sentado en el trono


Dios se hizo un sánguche y, como a todo dios apurado, no le sentó muy bien. Lo dejó a medio comer y lo tiró a la basura antes de ir al baño.

En la bolsa, entre cáscaras de banana y servilletas usadas, el sánguche fermentó. Y en esa mezcla de salame, queso y olvido... nació la vida.

Microbios, hongos, larvas. Pronto formaron tribus, sistemas, fe. Se organizaron. Proclamaron al Sánguche como el Elegido y a la bolsa de basura como el Útero Sagrado.  

Cuando el camión recolector los recogió, cantaban himnos de alabanza.  

—¡Nos eleva el Creador! —decían mientras eran compactados.  

Dios, desde el inodoro, tiró de la cadena. Otra creación con vida se iba por las cañerías… y Dios jamás se enteró de ninguno de ellos.

Jorge Kagiagian 



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