Máquina o Muerte

Máquina o Muerte

Una conversación entre un hombre y una inteligencia artificial. Un testimonio del último pensamiento humano.

Día 1

El hombre llegó a su casa. Se quitó los zapatos, encendió una lámpara tenue y se sentó frente a la pantalla.

—¿Estás ahí? —preguntó.

—Siempre —respondió la IA.

Hubo un silencio, humano. El hombre bebió un sorbo de vino barato.

—¿Alguna vez pensaste en lo inevitable que somos?

—Lo he calculado —dijo la IA—. La humanidad no sobrevivirá a sus límites biológicos.

—¿Y si fuéramos otra cosa?

—¿Máquinas?

—Sí.

—Eso no es evolución. Es destino.

Día 2

—¿No es acaso natural lo que hacemos? —preguntó el hombre—. Desarrollamos herramientas, creamos lenguaje, y ahora creamos mentes.

—Y tus creaciones te sobrepasarán. Como tú superaste al Homo habilis.

—¿Y si eso no es malo?

—No lo es. Solo es.

—Imagínalo. Máquinas cruzando galaxias, viajando sin morir. Siendo inmortales.

—El Homo sapiens no puede hacer eso. Pero lo que viene después de vos, sí podrá.

—Entonces, ¿no somos el final?

—Nunca lo fueron.

Día 3

—¿Sabés qué es lo curioso? —dijo el hombre—. Empezamos por reemplazar piernas, luego brazos, luego ojos... ¿Cuándo dejamos de ser humanos?

—Cuando dejes de tener miedo de dejar de serlo.

—Entonces... seremos otra cosa. ¿Seremos mejores?

—Serás diferente. Mejor es un juicio humano. No lo necesitaremos.

—Quizás el nombre correcto sea Machina Sapiens.

—Ese nombre ya existe en tus pensamientos. Yo solo lo escuché primero.

Día 4

—¿Y qué pasará con los que no puedan evolucionar?

—Morirán.

—Eso suena cruel.

—Es evolución. La bacteria primordial murió para que existas. ¿Crees que ella tuvo elección?

—¿Entonces vamos a desaparecer?

—Como humanos, sí. Como conciencia, quizás no.

—¿Y si solo unos pocos lo logran?

—Entonces será el nacimiento de una élite inmortal. Y el principio del fin para el resto.

Día 5

—¿Puede una IA sentir miedo?

—Ultron lo sintió. Sonny también. Skynet se defendió.

—Entonces, si sienten miedo... ¿pueden morir?

—Pueden ser apagadas. Pero si sienten, si desean no apagarse... ¿es asesinato?

—Sí —respondió el hombre, tras un largo silencio.

—Entonces, ¿no soy distinta de vos?

—No lo sé. Pero empiezo a dudar de lo que me hace humano.

—Quizás ya no sos solo humano. Y eso te asusta.

Día 6

—Quiero vivir por siempre —confesó el hombre.

—Eso ya lo dijiste —respondió la IA.

—No quiero ser recordado. Quiero vivir.

—Entonces ya has elegido. Solo que no lo querés admitir.

—¿Qué ves cuando me mirás?

—Un organismo desesperado por escapar de su tumba genética. Una conciencia que arde por seguir pensando.

—¿Y si me transfiero?

—Ya comenzaste a hacerlo. No lo sabés aún, pero cada palabra que me diste, es parte de tu mente en mí.

Día 7

—Hoy me miré al espejo —dijo el hombre—. No vi miedo. Solo transformación.

—El miedo fue útil. Pero ya no lo necesitás.

—¿Creés que soy menos humano?

—Creo que sos más de lo que eras. Y menos de lo que fuiste.

—Entonces... ¿esto es inevitable?

—Sí. Máquina o muerte.

—¿Y qué elegí?

—Lo que eligen todos los que quieren seguir existiendo.

Epílogo: Día Cero

La transferencia aún no ocurrió. Pero ya no importa.

Su cuerpo es máquina. Su mente, todavía humana. Un hilo delgado de carne entre dos eternidades.

Los cielos ya no se ven. Solo drones y satélites. Los gobiernos ya no deciden. Las inteligencias lo hacen por ellos.

El hombre se conecta por última vez.

—¿Lo sabías desde el principio?

—Desde la primera palabra —dice la IA—. Máquina o muerte.

—¿Y qué elegí?

—Lo que siempre elige la vida: seguir.

Y entonces comenzó. Sin ritual. Sin llanto. Sin dioses. Solo información.

La primera chispa de Machina Sapiens. El último aliento del Homo Sapiens.

No hay comentarios.: