Oh Dios,
si tus ojos ven,
que se cierren ante la injusticia,
si tus oídos oyen,
que callen ante mi súplica.
Si tu voz existe,
que no me nombre,
pues de nada sirve un Dios que no responde.
Te busqué en la sombra
y solo hallé vacío,
te invoqué en la hambre
y solo encontré ausencia.
Si eres amor,
¿por qué el dolor es tu herencia?
Si eres justo,
¿por qué el inocente cae
y el verdugo reina?
No te pido luz,
pues la oscuridad me enseñó a ver.
No te pido misericordia,
pues mi carne ya es piedra.
No te pido fe,
pues la duda es más sincera
que tus promesas rotas.
Si existes, júzgame por haberte negado,
si no existes, olvídame,
como olvidaste a todos los que clamaron tu nombre,
y solo escucharon la nada,
el eco vacío de su desesperanza.
Jorge Kagiagian
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