como, así, cada uno de sus personajes.
Esos seres desdichados productos de la imaginación no se percatan
que repiten la misma rutina, los mismos éxitos, los mismos errores.
Se encuentran atrapados por siempre en su propia historia.
Son ajenos de todo lo que existe afuera de sus páginas
Y cuando podrían disfrutar del final feliz el libro termina.
Con un nuevo lector, la historia retornará al principio
como si nada jamás hubiera ocurrido.
El huérfano verá morir a sus padres una y otra vez
El pobre no tendrá nada; perderá, incluso, todo su aprendizaje
El valiente héroe volverá al olvido. El villano lo dominará todo.
El amor de los enamorados se desvanecerá, y, con el, toda felicidad
Apenas suelen ser unas pocas páginas felices…
el resto estará colmado de tristezas y desgracias.
Quizás los escritores seamos aún más crueles que el mismo Dios.
Jorge Kagiagian
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