A Toda La Humanidad


Me siento como una copa de cristal que cae de la mesa y ve como el piso se acerca, ve inevitable su destrucción. Ruega por un milagro, sabe que no vendrá, que nada detendrá la caída. Pero es su única esperanza, y se aferra a ella. Cierra los ojos y respira profundo.
Pronuncia las que podrían ser sus últimas palabras:
“Abrázame hermano, amigo; abrázame tú a quien jamás he conocido. Aunados en la misma suerte, la misma incertidumbre. Esperando la salvación y, a su vez, la maldición.  Parados frente al enemigo del hombre. Siento el miedo en mí, en tu ser. Cuídame y yo, hermano del mundo, cuidaré de ti.
Y tú, héroe olvidado, alza tus armas. Es el momento de transcender tu propia humanidad; el Olimpo aguarda.
Dios, si existes, ruego que tu mano salvadora no nos deje caer”

Jorge Kagiagian

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