Desprovisto

Me desplomé en la lid
y me erguí de nuevo
para continuar batallando...
Aunque la contienda se tornara vana.

Acuciado, apresado,
mis ideas censuradas;
Seguí escribiendo sin cesar...
Aunque mis palabras fuesen despreciadas.

Llamé a las puertas
y se clausuraron de inmediato,
mas persisto, extenuado...
Aunque nadie aguarde mi llegada.

Mil veces crucificado,
mi condena, mi culpa,
Resistí impávido la injuria...
Aunque nadie creyese en mi inocencia.

Sin hogar ni porvenir,
como un árbol estéril, yermo,
he amado con todas mis fuerzas… 

Y, aun así, el amor se ha negado a brillar,
como un gélido sol
que no ilumina ni calienta,
dejando en mi alma tan indómita como inadvertida  
la más abyecta de toda soledad 

Jorge Kagiagian

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