Donde quieras que estés
Como lanzando una moneda, rogando al destino ahí fue esta botella. Buscando, quizás en vano, llegar a las manos de quien sepa valorar esta empresa, quien busque tal como yo la persona indicada a quien amar.
El tiempo encerrado en una botella, deseo inmutable, atrapado hasta quien ose destaparla, y ese valiente has sido tú. Y como cuál genio cumplidor de deseos mis palabras saldrán para llegar a tus ojos y quizás a tu alma.
Fueron kilómetros incontables. Arrastrada por las olas girando y volteándose innumerables veces como cuál reloj de arena que en cada giro la esperanza vuelve a comenzar. Es inevitable que luego de la esperanza llegue la decepción y que de nuevo la decepción vuelva a ser esperanza.
Los días envejecen, serán eternidad. Mi cuerpo quizás haya sido vencido por los años, pero estas palabras no; no la energía, que yace en mi cuerpo, impulsada por el anhelo de encontrarte, aunque sea después de mi muerte.
Sé que existes. Sé que estas en algún lugar. El amor por mí está dentro de ti solo déjalo brillar y será el faro que me guíe.
Esta botella sucumbida por las fuerzas del mar fluyó bailando la melodía del destino junto al cortejo del vaivén de las aguas; cruzó el mundo incansable. Así debe fluir tu corazón para que mi mano pueda tomar la tuya y la tuya tome la mía así nunca jamás sentiremos soledad en nuestros corazones.
Dime: ¿eres tú?
Jorge Kagiagian
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