Quiero ser un pirata

Todos tuvimos sueños de niños, el mío era ser un temido pirata.
Soñaba con desenterrar tesoros,
a punta de cañón saquear grandes galeones,
abordar navíos corsarios blandiendo mi espada.
Todo para secuestrar el corazón de una hermosa doncella.
Caer prisionero de los infiernos. Y usando toda mi astucia escapar
para volver a los océanos para sentir nuevamente en mi cara el viento de libertad.
Ser el capitán de una demente tripulación sedienta de riquezas y grog.
Dar la vuelta al mundo, una y mil veces.
Buscando historias de zombis y fantasmas. Develar los secretos más ocultos,
enfrentado a las poderosas fuerzas de lo desconocido.
Todo para ser una leyenda en el Caribe.

Hoy solo soy un abuelo que mira al pasado.
Muchos de mis sueños están en aquel viejo baúl.
Allí están mi espada de plástico y mi cofre repleto de monedas de lata.
Crecí, viví, luche, amé y fui amado... pero nunca pude abandonar mi tierna ilusión.
Ya no me resisto; me pongo el parche nuevamente, empuño mi arma.
Lucharemos sobre la cubierta del barco y bajo la más cruel tempestad.
Los cruces de las espadas estallan como truenos y relámpagos…
Acorralado, a punto de recibir la estocada final con el brazo cubro mi rostro
“Toma bellaco, pronuncia tus últimas palabras”.
Mientras el clamor de los cañones ruge escalofriante
un fuerte grito se oye desde la torre vigía, exclama nuestros nombres.
Pronto volveremos a los mares, ahora es tiempo de merendar…
La fantasía termina. Cantando una infantil melodía todo vuelve al viejo baúl.
Tomo la mano de mi nietecito y le agradezco con todo mi corazón…
sin darse cuenta me hizo soñar una vez más.

Jorge Kagiagian

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