Día tras día















Cada día mi cuerpo se levanta por la mañana; el resto de mí queda hundido, clavado, atascado en esa misma cama. Pesan los años, no parecen demasiados pero están tan cargados de ti, tan vacíos de ti.

Siendo honesto, intento no pensar pero como en un mal sueño la sombra de tu recuerdo me aplasta.
Amanezco abrazado a una almohada que sonríe estúpida. Tu desayuno se enfría como cenizas. Mirando por la ventana, la tarde parece jamás terminar. La noche me encuentra mirando ciego a una pared descascarada.

No quisiera que lo que fui viera en lo que me he convertido.

Jorge Kagiagian
Dedicado a quien jamás leerá estas palabras

No quiero que lo que fui vea quien soy

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