Prisión Domiciliaria: Una
Cárcel con Otra Apariencia
La prisión domiciliaria es
vista como una alternativa "humanitaria" al encarcelamiento, pero
desde una perspectiva crítica, sigue siendo un castigo con otras
características. En el caso de la prisión preventiva en el hogar, la
situación es aún más grave, porque implica que una persona que todavía no ha
sido declarada culpable es tratada como si ya lo fuera.
La Prisión Preventiva en Domicilio: Culpable Hasta que
se Demuestre lo Contrario
El sistema judicial se basa en
el principio de presunción de inocencia, pero la prisión preventiva en
el hogar lo contradice. Se supone que la prisión preventiva solo debe aplicarse
en casos excepcionales (riesgo de fuga o entorpecimiento de la investigación),
pero en la práctica se usa indiscriminadamente, convirtiéndose en una pena
anticipada sin juicio ni condena.
Además, muchas veces los
procesos judiciales se extienden de manera absurda, lo que significa que
alguien puede pasar años encerrado en su casa sin haber sido declarado
culpable de nada. Cuando finalmente se dicta sentencia, si la persona es
absuelta, nadie le devuelve el tiempo perdido.
El Castigo Se Extiende a la Familia
Cuando la detención es en
prisión, la familia puede visitar al preso y seguir con su vida. Pero en la
prisión domiciliaria, el hogar se transforma en una cárcel, y todos los
convivientes sufren el castigo. Esto es especialmente grave en la prisión
preventiva, porque se impone una pena a inocentes, tanto al detenido
como a su familia.
Hay casos donde el detenido es
el sostén económico del hogar, y al ser privado de su libertad en casa, la
familia entera queda en una crisis financiera. También puede generar
situaciones de violencia y conflicto cuando el detenido convive con personas con
las que no tiene una buena relación.
Control Electrónico: Vigilancia Permanente sin
Sentencia
El uso de tobilleras
electrónicas y monitoreos constantes refuerza la lógica del castigo sin
condena. No hay garantía de que el control sea justo o que los sistemas
funcionen correctamente. Si el dispositivo falla o hay un error burocrático, la
persona puede terminar nuevamente en prisión sin haber hecho nada.
Además, la vigilancia genera ansiedad
y estrés constante. El detenido debe pedir autorización para cualquier
movimiento dentro de su propia casa, y en algunos casos, hasta las visitas
familiares son restringidas.
¿Realmente es una Alternativa?
Si el objetivo de la prisión
domiciliaria es evitar el hacinamiento carcelario o garantizar una medida
"menos cruel", en muchos casos falla completamente. Las
condiciones del hogar pueden ser igual o más inhumanas que la cárcel,
especialmente si la persona no tiene recursos o vive en una vivienda
precaria.
La prisión domiciliaria no
repara, no resocializa y no soluciona el problema del sistema penal. Solo
traslada el castigo de la cárcel al hogar y, en el caso de la prisión
preventiva, impone un sufrimiento anticipado a personas que ni siquiera han
sido condenadas.
Selectiva y Arbitraria
No todos los presos acceden a
la domiciliaria en igualdad de condiciones. Muchas veces es más fácil para
quienes tienen recursos económicos o influencias políticas, mientras que a
otros se les niega sin justificación. Además, es común que se les otorgue a
delincuentes de alto perfil, mientras que personas sin antecedentes o con casos
menores son dejadas en prisión.
Conclusión
La prisión domiciliaria, lejos
de ser una alternativa real a la cárcel, es una forma de castigo invisible
que impacta no solo al detenido, sino a su familia y su entorno. En el caso de
la prisión preventiva domiciliaria, la injusticia es aún mayor, porque se
impone una pena sin condena, violando el principio de inocencia y dejando a la
persona atrapada en un sistema que la castiga antes de juzgarla.
Si realmente se busca una
justicia más humana, no se trata solo de cambiar el lugar de encierro,
sino de repensar el sistema de penas, el uso abusivo de la prisión preventiva y
la falta de alternativas reales de reinserción.
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