Mi final

Cansando de intentar; cansado de levantar una y otra vez mi cuerpo. Todos los días se repite la misma situación. Durante toda mi vida ha sido igual. Golpeado hasta la inconciencia en el mismo callejón y abandonado. Cuando mis heridas están por sanar sé que pronto vendrá la próxima golpiza. No puedo defenderme, ya no tengo fuerzas…
Les es divertido destruir lo que logré con tanto esfuerzo, pegarme en el suelo, arrancarme los dientes con una certera patada en la boca.
Siempre se retiran con algún trozo mío levantándolo sobre sus cabezas cual trofeo.
Yo no quería esto, no lo merecía. Lidié para que no sucediera, lo intente todo; incluso ocultarme en las alcantarillas… pero no pude evitarlo.

Siempre fui una persona agradable, sonriente; llena de energía y entregado totalmente a las cosas que amaba…
Pero ese “yo” no existe más y jamás volverá. Se escurrió entre los dedos de mis años y mis desilusiones, desapareció bajo el peso del miedo y la mentira.
Atrapado y sin salida; Me acorralaron una vez más, todo me fue arrebatado... incluso mi deseo de amar. Ya no tengo que perder. Ya nada importa…
La venganza es la única que libera, esa amarga pero fiel amiga que apaga la sed del dolor.

Mi mente herida y enferma me atormenta, plagada de imágenes violentas… tan iracundas, tan sangrientas, tan miserables.
Veo como mis manos aprietan su cuello. Siento como trata de resistirse... lentamente sus ojos se desorbitan y su brazo lentamente renuncia a todo intento hasta caer torpemente...
Veo como rompo sus dedos a golpe de martillo... se retuercen, me imploran.
Como el filo oxidado de esta cuchilla se hunde en la carne fresca y suave.
Veo el pánico en su mirada que pregunta “por que”.
Con ojos abiertos, le respondo al oído: “Por haberme traído a este mundo…”

Tratan de detenerme pero es tanta mi pasión y mi esmero que no pueden conmigo. Violaron mi intimidad, mis deseos, mi libertad…Ahora es mi revancha.
El odio me motiva. El dolor me guía.

Amenazan con encerrar mi cuerpo en la cárcel hasta que se pudra.
No puedo evitar que una sonrisa escape irónica. No saben que la prisión no es para mí, nunca llegaré allí.

Veo al fuego consumiéndolo todo, veo como se desvanece lo que alguna vez fui…
Nada me arraiga al pasado, nada rebela la existencia de un futuro para mí.

Si me detengo, que hacer con el dolor de la traición, y el engaño, el sentimiento eterno de soledad, la angustia de aceptar que no hay nada bueno para mí. Volver la vista y notar el camino recorrido; darme cuenta que siempre estoy en el mismo lugar infame de donde partí. Un pantano que me tiene cautivo en donde me hundo más y más…
Mi vida no tiene rumbo; está inconclusa y despedazada…
Ya es inminente, no hay forma de detener lo que empezó.

La sangre en mis manos, los gritos y el horror, el asesinato y finalmente la felicidad de la tarea bien realizada.
Cuando termine nada habrá quedado… habré renunciado a todos mis sueños
Mi alma encontrará paz, esa paz que tanto anhelé y me fue privada.
No quedaran ilusiones, ni esperanzas…
Solo resta saber como acabaré con mi cuerpo porque todo el resto de mí, para entonces, ya habrá muerto.

Jorge Kagiagian

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